Sanando el Corazón Después de la Pérdida de un Embarazo

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Sanando el Corazón Después de la Pérdida de un Embarazo

Las lágrimas descendían por mis mejillas. Mi voz quebrantada apenas alcanzaba a expresar las palabras.

¿Cómo puede ser posible? ¿Qué le pasó a mi bebé? ¿Por qué no hay latido?

El doctor dijo que después del parto sabría más al respecto, pero no fue así. Nunca obtuve respuestas. No hubo razón médica que explicara la muerte de mi bebé. Durante el siguiente año, viví inundada de emociones; en profunda tristeza, sintiéndome culpable y enojada. Nunca había experimentado un dolor tan desgarrador. No tenía idea de por dónde comenzar o cómo sanar mi corazón. Mi esposo y yo vivimos duelos diferentes, lo cual nos llevó a sentirnos muy solos en nuestro dolor.

Las personas a mi alrededor tenían un deseo genuino y buenas intenciones de apoyarme. Intentaban decir “las palabras correctas”. En lugar de ayudar, solo sumaban a mi dolor y empeoraban la situación. Muchas veces me dieron consejos sin que los pidiera, y sus palabras se sentían como sal en una herida.

Yo conozco la oscuridad y la soledad del dolor. Nadie me dijo que el camino sería tan confuso, empinado, tan rocoso, o mucho más largo de lo que me decían que sería.

En el camino cometí algunos errores que no me ayudaron a sanar. Ojalá alguien me hubiera advertido. Sin embargo, usted no tiene que caer en los mismos errores que yo.

Cuando la vida se desmorona, uno es propenso a querer correr y esconderse. ¿Y por qué no lo haría? Si una mujer está diseñada para dar a luz, ser madre y formar a sus hijos. Es por eso que este tipo de pérdida, sacude a la mujer hasta lo más profundo de su ser, como ninguna otra.

Duelo Abrumador

Cuando se pierde a un bebé durante el embarazo, no solo se debe asimilar el hecho de que no llegará con él a casa, sino que también afrontará fuertes cambios hormonales y el torrente de emociones impredecibles que conlleva esta situación.

El duelo es abrumador porque uno debe de lidiar con una realidad que no desea asimilar. En ocasiones, uno se siente culpable por el simple hecho de querer sentirse bien y sanar; como si de alguna manera traicionara la vida preciosa que se ha perdido. Es difícil creer que volveremos a ser felices, pero sí se puede; y así será.

Recuerde que Dios es especialista en tratar con lo que consideramos imposible.

No hay mejor momento para darle al corazón la atención adecuada y el cuidado que necesita. Y qué mejor que estar con quien ha estado en ese mismo lugar; quien conoce el camino hacia la sanidad y puede ayudarle a mantenerse firme en él hasta lograrlo. No hay necesidad de caminar solo,

No Negar el Duelo

Es difícil ver a través del dolor que viene con la pérdida de un bebé. Pero negar o minimizar el duelo, no le permitirá guardar sus recuerdos con amor. Suprimir el duelo, no le permitirá convertirse en la mujer fuerte, valiente y sana que desea ser.

Después de la pérdida de un embarazo, cada momento puede convertirse en una gran batalla. Hay momentos grandes donde se lucha con los pensamientos y los planes a futuro. Hay también momentos pequeños, donde una simple experiencia dentro de su casa, desata un recuerdo.

De repente, está reviviendo su pérdida, y otra vez encara la realidad de que su pequeño no está; y lo que soñó que viviría junto a él, no será. Se siente como si arrancaran otro pedazo de su corazón.

Con razón tenemos el deseo de cubrirlo como vendar una rodilla raspada. ¿Y por qué no cubrirlo o ignorarlo? Después de todo, el chocolate, las películas, ir de compras, etc. son mucho más divertidos. ¿Qué no deberíamos superarlo, dejarlo atrás, y seguir adelante con la vida? ¡Qué bueno que lo pregunta!

Siempre tenemos opciones. Usted puede decidir cómo va a afrontar la pérdida de su embarazo. Al considerar estas opciones, por favor tenga presente que lo que se resiste, persiste.

Es difícil percibirlo a través del dolor, pero aferrarse a la tristeza, la ansiedad, la culpa y el enojo, no es algo que honre la memoria de su bebé. Negar o minimizar el duelo, no le permite recordarle con amor. Suprimir el duelo, no le permite convertirse en la mujer fuerte, valiente y sana que desea ser.

El duelo es una condición intensa que debe ser afrontada tarde o temprano.

Cuando se evade el dolor continuamente, se inscribirá sin desearlo a vivir días sin contentamiento, nublada por el dolor al que tanto se resiste. Los sentimientos enterrados, tienden a resucitar. Se requiere mucha energía para mantener el duelo bajo control. Sin embargo, cuando se escoge el camino de la sanidad por medio del duelo, el dolor se convierte en una oportunidad de transformación, renovación espiritual, y de encontrar un nuevo propósito.

Estas son las buenas noticias. Con el cuidado adecuado y la atención necesaria, su corazón roto sanará, porque así fue diseñado.

Incluir a Dios en su Dolor

La pérdida de un embarazo pone a prueba su fe. Cuando todo lo que se ve es dolor, es fácil perder de vista a Dios en medio de ello. ¿Está dispuesto a permitirle que Él sea parte de este profundo dolor?

Cuando sus sueños se enfrentan a su realidad, la temporada del duelo comienza. Perder a un bebé estremece todo aspecto de la vida. La autopercepción. Las relaciones. Los temores. La esperanza acerca del futuro. Lo que se cree acerca de la vida, la muerte…, y Dios.

La pérdida inesperada te hace tomar consciencia de la naturaleza incierta de este mundo. No se sabe qué traerá el porvenir. Uno nunca está preparado para entrar a un momento tan oscuro. Sé que yo no lo estaba.

Después de la muerte de nuestro bebé, y años después de la pérdida de nuestro hijo de 16 años, pensé, “me siento tan sola y perdida”.

Es común que parezca que las personas a su alrededor siguen adelante sin mayor conflicto, aunque para usted, el mundo esté de cabeza. Usted puede dudar de que en verdad otros entienden lo que está pasando.

El duelo es difícil y emocionalmente desgastante. Un corazón roto no tiene la capacidad de levantarse, poner su mejor cara, y simplemente seguir adelante con las cosas superfluas de la vida. Existe una densa neblina que nubla su percepción. Es difícil pensar claramente, enfocarse e incluso hablar. A veces, la energía no alcanza para más que sobrevivir el día a día.

La muerte de su bebé también pone a prueba la fe. Cuando todo lo que tiene al frente es dolor, es fácil perder de vista a Dios en medio de ello. Si usted es igual a muchos de nosotros, quizá se pregunte:  ¿Por qué Dios no escribió un mejor final para esta historia? Aun en medio de la confusión que trae un duelo, usted debe tomar decisiones críticas que manifiesten su voluntad:.

¿Le dará la última palabra a la muerte y permitirá que lo oprima?

¿Está dispuesta a permitir que Dios sea parte de su dolor más profundo?

¿Abrirá su corazón con otros o intentará sobrellevar el dolor solo?

¿Se dará tiempo para vivir su duelo?

¿Creerá la promesa de que Dios hace cosas nuevas?

Nuevos Comienzos

Como una reacción en cadena, la muerte de su bebé desata una serie de preguntas importantes, descubrimientos y lecciones de vida. También abre el camino para una transformación de vida y nuevos comienzos.

Durante los años más dolorosos de mis duelos, pasé muchas horas a solas con Dios leyendo, reflexionando y escribiendo. He vivido este duelo, al igual que usted. Mantuve un clamor insaciable, añorando el cielo. Me sentía como si estuviera viviendo con un pie en este mundo y con otro en el venidero. Con una lucha constante entre la fe y la duda, el consuelo y el remordimiento, la esperanza y una profunda tristeza.

Una cosa tenía clara: Era imposible cambiar mi lamento en danza. No. Eso era simplemente inalcanzable.  Entendí que, si llegara a pasar, sería verdaderamente una obra de Dios.

En la quietud de mis conversaciones con Dios, la distancia entre el cielo y la tierra se acortó. Destellos de esperanza aparecían repentinamente. Susurros apacibles inspiraron una nueva perspectiva, sentido, y una conciencia de la bondad de Dios.

El valor para encarar mis temores comenzó a aparecer día a día, en pequeñas dosis. Decidí replantear el significado de la palabra TEMOR para mí. Cada temor me impulsaría a enfrentar, levantarme y caminar.

Me alegra compartir que mi corazón sí sanó. Claro, sigo siendo vulnerable y algunos detalles aún me sacan lágrimas. Pero está bien. Los ojos secos solo existen en el cielo. A pesar de mis momentos de melancolía, el gozo burbujea en mi interior más que cualquier cosa. No significa que mi vida es perfecta. Lejos de serlo. Pero sí muestra que Dios permite un magnífico deleite en medio de lo difícil y complicado.

Dios sabe cuidar de los suyos. Salimos juntos del valle del dolor.

A Dios le encantaría hacer lo mismo por usted. Después de todo, todo lo valioso que he obtenido y le he transmitido es evidencia de Su bondad…

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