Tendinitis

¿Qué son los tendones?

Los tendones son unas cuerdas fibrosas, resistentes pero flexibles, que unen los músculos a los huesos -o a otras estructuras como el globo ocular-. Al transferir la fuerza generada por los músculos, ayudan a mover la articulación o la estructura a la que están conectados. Es decir, permiten movimientos como doblar la rodilla o girar el hombro. En el cuerpo humano, hay en total unos 4.000 tendones.

¿Qué es la tendinitis?

La tendinitis es la inflamación, irritación o hinchazón de un tendón, lo que provoca dolor y molestias alrededor de la articulación en la que este se inserta. Puede afectar a cualquier tendón del cuerpo, pero es más habitual alrededor del hombro, del codo, la rodilla y el talón. Puede aparecer también en la cadera, los tobillos, las muñecas y manos.

Este trastorno causa dolor y sensibilidad justo fuera de la articulación. Normalmente, los síntomas mejoran con el reposo y el tratamiento farmacológico, pero, si el tendón llega a romperse, suele ser necesaria la cirugía.

¿Qué causa la tendinitis?

Las causas más habituales de la tendinitis son:

-La realización de movimientos repetitivos a lo largo de periodos prolongados de tiempo, bien sea por razones laborales o de ocio deportivo.

-Lesiones deportivas o laborales repentinas.

-Mantener posturas incorrectas o posiciones anómalas.

-La sobrecarga de las articulaciones por un uso excesivo.

-El envejecimiento del tendón -pérdida de elasticidad o degeneración del tendón-, provocado por la edad.

-Sufrir patologías como la artritis reumatoide, diabetes, la gota, la psoriasis o enfermedades de la tiroides.

-Las reacciones a algunos fármacos.

¿Qué tipos de tendinitis son las más comunes?

Algunos de los tipos de tendinitis más frecuentes son:

-Codo de tenista (epicondilitis lateral).

-Codo de golfista (epicondilitis medial).

-Tendinitis aquílea.

-Hombro de nadador, hombro de tenista o tendinitis del hombro.

¿Cuáles son los síntomas de la tendinitis?

Los síntomas suelen aparecer en el punto donde el tendón se une al hueso. Los más habituales son:

-Dolor: suele ser de instauración progresiva y se puede tornar agudo e intenso al mover la extremidad o la  articulación afectada. También puede aparecer durante la noche o en forma de rigidez matutina.

-Mayor sensibilidad en la zona.

-Hinchazón leve.

-En ocasiones, enrojecimiento o irradiación de calor.

¿Qué factores de riesgo tiene?

De acuerdo a las anteriores causas, sufren mayor riesgo de sufrir tendinitis:

-Las personas de edad avanzada: el envejecimiento provoca la pérdida de flexibilidad del tendón, lo cual aumenta la probabilidad de sufrir lesiones.

-Quienes se dedican a profesiones que implican movimientos repetitivos, mantener posturas o posiciones incómodas, grandes esfuerzos físicos o trabajar en un entorno con vibraciones.

-Quienes practican deportes que también implican movimientos repetitivos como el baloncesto, la carrera de a pie, el golf, la natación, el pádel o el tenis.

-Padecer algunas enfermedades sistémicas (como artritis reumatoide o diabetes, entre otras) incrementa el riesgo de padecer tendinitis.

¿Cómo se trata la tendinitis?

El objetivo del tratamiento es mitigar el dolor y reducir la inflamación del tendón. Debe comenzarse lo antes posible y, normalmente, se basa en:

-Reposo: el descanso de la articulación lesionada permite que el tejido se recupere, por lo que, durante un periodo de tiempo, no pueden llevarse a cabo las actividades laborales o ejercicios físicos que afectan al tendón inflamado, aunque sí pueden realizarse aquellos que no ejerzan presión sobre él. También puede ser necesario inmovilizar la articulación con algún tipo de férula o dispositivo ortopédico como muñequeras, cabestrillos o muletas.

*Durante el reposo, puede ser beneficioso aplicar frío en la zona afectada -varias veces y durante un máximo de veinte minutos- para el tratamiento del dolor agudo en las primeras 48 horas). Más adelante, si se convierte en un dolor crónico, puede resultar de más utilidad aplicar calor húmedo o seco.

*También es beneficioso inmovilizar la zona afectada para protegerla de más lesiones. Para ello, son útiles diferentes dispositivos (férulas, cabestrillos, muñequeras, muletas).

*La compresión del área  inflamada con vendas o bandas elásticas ayuda a reducir la hinchazón y recuperar la movilidad.

*Durante el periodo de reposo de la articulación, deben seguir realizándose todas las actividades que no afecten al tendón lesionado, ya que la inactividad prolongada puede producir la pérdida de flexibilidad. Por este mismo motivo, cuando finalice el descanso, es conveniente mover la articulación con suavidad hasta su límite máximo de movilidad unas cuatro veces al día.

-Fármacos. Pueden ser:

*Medicamentos analgésicos y antiinflamatorios: por ejemplo, la aspirina, el naproxeno y el ibuprofeno -si se necesita tomarlos durante más de diez días, se debe consultar a un profesional sanitario-. Suelen tomarse por vía oral, pero también pueden aplicarse cremas tópicas con efecto antiinflamatorio.

*Corticoesteroides: las inyecciones de cortisona ayudan a reducir la inflamación y a mitigar el dolor, aunque no se recomiendan para tendinitis crónicas ni de forma frecuente en una misma zona.

*Plasma rico en plaquetas: es una solución preparada a partir de una muestra de sangre propia, que se inyecta en la zona de irritación crónica del tendón. A día de hoy, es necesaria mayor evidencia científica que avale su uso.

*Fisioterapia: un programa de ejercicios específicos puede ayudar a estirar y fortalecer el tendón y el músculo afectados. Masajes, hidroterapia y ultrasonidos son otro tipo de ayudas fisioterápicas que pueden ser beneficiosas, siempre según los casos.

En el caso de que los anteriores tratamientos no sean efectivos, puede ser necesario recurrir a los siguientes procedimientos:

-Punción seca: se ejecutan pequeños orificios en el tendón con una aguja fina para estimular su curación.

-Tratamiento con ultrasónico: se inserta en el tendón, por medio de una pequeña incisión, un dispositivo que elimina el tejido cicatricial con ondas sonoras ultrasónicas.

-Cirugía: si el tendón se llega a romper y especialmente si se ha desprendido del hueso, suele ser necesaria una intervención quirúrgica.

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