Linfedema

El linfedema es un edema (hinchazón por acumulación de líquido) que se produce cuando el sistema linfático, dañado o bloqueado, es incapaz de drenar la linfa, que se acumula en el tejido localizado bajo la piel. Aunque puede afectar a diversas partes del cuerpo como el rostro, el cuello, el torso, el abdomen y los genitales, lo más común es que esta retención de líquido se produzca en los brazos o las piernas.

La prevención del linfedema es clave, porque se trata de un problema crónico, progresivo y difícil de revertir. Ante los primeros síntomas -inflamación, sensación de pesadez, endurecimiento de algunas zonas, alteraciones en la sensibilidad o dificultades en la movilidad- debe acudirse al médico inmediatamente para llevar a cabo un tratamiento precoz que lo mantenga controlado.

¿Qué causa un linfedema?

Cuando el sistema linfático funciona correctamente, la linfa circula por el organismo y luego regresa al corazón. Cuando una de sus partes está dañada u obstruida, no es capaz de drenar la linfa adecuadamente, por lo que empieza a acumularse en los tejidos del cuerpo cercanos al lugar de la anomalía y provoca hinchazón.

Algunas de las causas están relacionadas con el tratamiento contra el cáncer como la cirugía para extirpar los ganglios linfáticos o la radioterapia en zonas en las que hay vasos y/o ganglios linfáticos. Por tanto, sufrir un cáncer es un factor de riesgo para desarrollar linfedema, especialmente, si el tratamiento impide que la linfa fluya por los vasos y los ganglios linfáticos o si el tumor afecta o bloquea los ganglios o vasos linfáticos de alguna zona del cuerpo.

Otras posibles causas son infecciones que dañen los tejidos o produzcan cicatrices, enfermedades cardiovasculares, artritis y eczema, lesiones o traumatismos en determinadas zonas del cuerpo.

Por último, constituyen factores de riesgo la obesidad y el sobrepeso, el sedentarismo y llevar prendas de vestir ajustadas o accesorios que compriman en exceso.

¿Qué síntomas produce el linfedema?

El linfedema se caracteriza por síntomas como el edema o hinchazón, normalmente en solo una de las extremidades, la sensación de pesadez o la rigidez en el área afectada, dolores o molestias, endurecimiento y engrosamiento de la piel, aumento del volumen de la extremidad con el tiempo, dificultades en la movilidad de la extremidad afectada, asimetrías e infecciones frecuentes.

Los anteriores síntomas pueden disminuir la capacidad de la persona para llevar a cabo actividades diarias. Todo ello, sumado al aumento del perímetro de la extremidad, puede afectar al estado de ánimo de la persona y deteriorar su calidad de vida y la manera de relacionarse con los demás.

¿Cómo se diagnóstica?

El diagnóstico del linfedema es inicialmente clínico (mediante historia y exploración del paciente). Sí es necesario investigar qué enfermedad es la responsable de su aparición. Para ello, se suelen hacer varias pruebas:

-Ecografía.

-TAC del abdomen.

-Resonancia.

-En ocasiones, también son necesarias una linfoangiografía (una radiografía tras inyectar contraste en los conductos linfáticos) y/o una gammagrafía de los ganglios linfáticos (inyectando un contraste en el tejido subcutáneo).

¿Cómo se trata?

Generalmente, el linfedema es un trastorno crónico y sin cura, ya que el daño al sistema linfático no puede repararse, sí puede tratarse con el fin de mitigar la acumulación de líquido en la extremidad afectada y controlarla para evitar que empeore. Para ello, pueden combinarse las siguientes medidas:

-Drenaje linfático manual: son masajes manuales realizados por fisioterapeutas especializados (no tiene que ver con los drenajes linfáticos por cuestiones de belleza) con los que se evacúa el líquido fuera de la extremidad afectada. Pueden complementarse con vendajes compresivos indicados por un profesional (para que la compresión sea la adecuada), que evitan que vuelva a cumularse líquido en el área. En una primera fase, se realiza diariamente a lo largo de dos o tres semanas. Existen también mangas para compresión neumática que se conectan a un dispositivo, pero su uso debe ser supervisado por un profesional.

-Uso de recursos ortoprotésicos: el uso de medias o mangas de compresión -conocidas estas coloquialmente como manguitos- puede contribuir a que la hinchazón no avance, ya que ayudan al líquido a circular e impedir que se acumule. A menudo, es necesario confeccionar estas prendas a medida.

-Realización de ejercicios específicos para las extremidades: contribuyen a mantener una buena movilidad y un buen drenaje del brazo o la pierna. En general, se recomienda empezar a un nivel bajo de exigencia e ir aumentándolo gradualmente. En cualquier caso, siempre debe consultarse a un fisioterapeuta especializado antes de comenzar alguna rutina de ejercicios.

-Cirugía: en algunas ocasiones, es posible reconducir la circulación de la linfa a venas del sistema circulatorio no obstruidas o realizar un trasplante de los vasos linfáticos mediante una intervención quirúrgica.

-Deben evitarse las infecciones para reducir la posibilidad de linfangitis de repetición, que empeorarían la enfermedad. Para ello, es importante extremar la higiene de pies y manos y evitar cortes y quemaduras en la extremidad afectada.

Cómo prevenir y convivir con el linfedema

Para prevenir el linfedema o evitar que empeore, es necesario adoptar las siguientes medidas en el día a día:

  1. Mantén tu piel limpia e hidratada. Emplea jabones neutros y lávate con suavidad. Después de secarte minuciosamente, sin olvidar los pliegues y el espacio entre los dedos, aplica en tu brazo o pierna una crema hidratante suave, especialmente en zonas afectadas por cicatrices. Utiliza desodorantes sin alcohol y evita aquellos productos cosméticos que puedan irritar la piel. Mantén los pies limpios y usa calcetines de algodón.
  2. Evita las heridas, quemaduras, picaduras y punciones en la extremidad afectada. Las bacterias y sustancias nocivas pueden penetrar en el cuerpo a través de ellas. Por este motivo, mantén las uñas de manos y pies cortadas pero sé muy cuidadoso al cortarte las uñas y respeta las cutículas. Tampoco te muerdas las uñas ni te arranques los padrastros. Al depilarte, es preferible una máquina eléctrica que cuchillas o cera caliente. Usa guantes para tareas domésticas y/o de jardinería e intenta evitar los arañazos y mordeduras de animales. Evita también las vías, inyecciones, vacunas y extracciones de sangre en esa área, además de la acupuntura. Ten especial cuidado al manipular el horno, la plancha o estufas para evitar las quemaduras.
  3. Cura inmediatamente las heridas. En caso de lesiones o quemaduras, lávalas y desinféctalas inmediatamente, por pequeñas que sean, para evitar el peligro de que se infecten.
  4. Evita opresiones en el área. No lleves prendas ajustadas y, si se trata del brazo, tampoco joyas o reloj. Evita que te tomen la tensión arterial en el brazo afectado y tampoco te cuelgues el bolso en ese lado. No uses ropa interior que te comprima el pecho, los hombros o el brazo y mejor utiliza un sujetador de tirantes anchos y acolchados.
  5. Mantén fresco el miembro afectado. Sobre todo, en épocas calurosas. Evita la exposición al sol en las horas centrales del día y no tomes el sol sin la protección adecuada. Mantente debajo de la sombrilla en la playa o la piscina y, si paseas por la orilla, cúbrete con una camisa o pareo que te cubra el pecho y el brazo o la pierna. Evita la sauna y los baños calientes. Mantén una buena hidratación en la piel.
  6. No hagas esfuerzos con el brazo o la pierna con linfedema. Lleva una vida lo más normal posible, pero sin cargar peso excesivo ni realizar movimientos bruscos o forzados. Evita también las tareas que impliquen permanecer mucho tiempo con los brazos levantados como limpiar ventanas, armarios altos o azulejos, tender…

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